Cocinar una tarde para comer toda la semana

Con la técnica de la cocina en serie y un poco de organización podes concentrar todo el trabajo del menú semanal en una sola tarde. El resto del tiempo, comerás bien sin tener la pesadilla de pensar... ¿y ahora qué hago de comer?

Tendencias - Vida y Ocio31/05/2018
vianda

Es que no tengo tiempo”, “es que paso muchas horas fuera”, “es que entre el trabajo, el gimnasio y la vida social, a ver quién se organiza” son tres de las muchas excusas que pone la gente para comer cualquier cosa por ahí, cosas que, a veces, ni siquiera nos gustan, pero cuando el hambre arrecia no manda el criterio.

No insinúo que estos dramas diarios no estén basados en hechos reales -quien más, quien menos, todos nos pasamos media vida corriendo como el conejo de Alicia-, pero con un poco de organización y dedicándole una tarde a la semana podemos comer rápido, bueno y barato el resto de los días. Aunque es algo que se viene haciendo desde que las mujeres, que históricamente han sido las encargadas de alimentar a las familias, se incorporaron al mercado laboral -”cocinar para la semana”, lo llamaban- ahora se ha convertido en tendencia. ¿Que cómo lo sé? Porque le han puesto un nombre en inglés: batch cooking, o "cocina en serie".

¿En qué nos beneficia pasarnos una tarde entera en la cocina? Tendremos muchísimo más tiempo durante la semana, ensuciaremos mucho menos -lo que vuelve a traducirse en más tiempo-, controlaremos el gasto y tendremos la heladera llena de la comida que realmente nos gusta, con lo que la tentación de pedir una pizza solo por no tener que cocinar disminuye notablemente. A continuación te contamos cómo ponerlo en práctica. 

La organización

Lo primero que tenemos que hacer para que sea un éxito es sentarnos con un papel y un lápiz (o un excel para los profesionales de la administración hogareña). Contemos que la semana laboral tiene diez comidas y planifiquemos combinaciones para cada una de ellas.

Cuando vayas a hacer la lista de las compras, pensá primero en lo que ya tenés en la heladera, chequea lo que hay en el freezer . Tené en cuenta también que un solo ingrediente preparado de una manera -por ejemplo, unas zanahorias asadas- pueden servir para dos preparaciones diferentes: una guarnición y una crema de verduras.

Los aliados

¿Crees que es mucha comida para preparar en una sola tarde? Yo digo, no es para tanto: para empezar, pensá en cuántos de esos platos podes congelar, si cocinas una vez albóndigas, estofado -sin papa- guisos, prepará el triple y congelá, siempre en las raciones en las que se vaya a consumir finalmente (para uno, para dos o para seis; el caso es no tener que descongelar lo que no nos vamos a comer). Tener una lista actualizada de las reservas con las fechas de congelación -por ejemplo, en una pizarra o un papel pegado con un imán en la heladera- nos permitirá saber siempre de qué disponemos, y tenerlo en cuenta a la hora de planificar el menú semanal.

sopa
 

El congelador también es muy importante para la organización temporal de los menús: dejá los platos que congelen bien para los dos últimos días de la semana, y programá los que aguanten peor el paso del tiempo al principio de la misma. El pescado o pechugas crudos para la plancha, deberían estar en prioridad uno (si no, congelalos también y recordá pasarlos a la heladera el día anterior a la cocción).

Fijate también en cuántas de esas preparaciones pueden solucionarse simplemente encendiendo el horno durante un par de horas y ocupando todas las bandejas: tendremos zanahorias, cebollas, champiñones, alcauciles, calabazas, puerros, papas asadas para platos calientes, ensaladas o purés y cremas de verdura. También podemos asar pescado -siempre mejor en aluminio y dejándolo un minuto menos de lo que tocaría, para que no se seque al volverlo a calentar-, pollo o carne.

El microondas y un pimer de cocina también pueden ayudarnos en nuestras preparaciones semanales: con el primero podemos preparar todo tipo de verduras al vapor para usar como acompañamiento o convertir en plato único añadiendo un huevo, legumbres o una porción de las proteínas del párrafo anterior. Con el segundo podremos picar las verduras para los sofritos base, hacer salsas en un periquete o preparar los untables.

Para que toda esta organización sea posible, vas a necesitar una buena cantidad de recipientes de diferentes tamaños, hay mil cosas que puedes usar en su lugar. Por ejemplo: tarros de vidrio -uno de 400 ml es perfecto para una ración de sopa o crema-, los recipientes en los que traen la comida comprada o bolsas de zip, film de cocina.

verduras asadas

Los tiempos

Pensá que, además de las compras, vas a dedicar unas tres o cuatro horas de tu tiempo a cocinar, así que mejor que lo hagas durante tus días libres. Pongamos que el primero es sábado: previa elaboración del menú, toca hacer el recuento de lo que queda en la heladera y congelador y elaborar la lista de la compra. Recuerda que nuestro lema es cocinar ahora para no hacerlo después, así que piensa a lo grande y multiplica raciones de todo lo que se pueda congelar. 

Al llegar, es el momento de lavar bien y secar las verduras de hoja que hayamos comprado, guardándolas una vez secas en boles cubiertos con paños de cocina o bolsas de zip (solo si están secas del todo, si no se pondrán feas). 

Cuando vayas a empezar a cocinar corta primero las verduras que vayas a usar para cocinar y empieza la producción: las alarmas son una buenísima ayuda cuando estás cocinando varias cosas a la vez, así que no dudes en recurrir a ellas. También puedes dejar cortados para ensalada ingredientes como la zanahoria, el pepino o el morrón: bien protegidos del aire, durarán dos o tres días en buenas condiciones.

Con las cacerolas, empieza siempre con el sofrito base: puedes hacer uno solo a base de cebolla, ajo y tomate y usarlo después en las diferentes preparaciones, tuneándolo con otras hortalizas si te apetece. A partir de aquí, divídelo en ollas y sartenes, añadiendo el resto de los ingredientes de la receta escogida. 

No dudes en usar las dos bandejas del horno: sube la temperatura 10 o 20 grados más -depende de la potencia de tu horno- para que el cartel de “lleno” no haga que la cocción vaya más lenta. Si no quieres estar muy pendiente de ir sacando las verduras a medida que estén hechas, puedes jugar con los tamaños de corte.

Deja enfriar siempre la comida hasta que alcance la temperatura ambiente antes de envasarla, en caso contrario podría fermentar (pero tampoco te vayas de por ahí y te olvides de ella.

Etiquétalo todo usando un marcador y cinta de papel que podrás quitarla sin ningún tipo de esfuerzo cuando cambies el contenido. Relájate: ya está todo listo para comer durante toda una semana sin tener que improvisar, pedir cualquier cosa para salir del paso o comer comida chatarra. 

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