La perspectiva del paciente, una mirada esencial en el tratamiento de la obesidad
La llegada de la COVID-19 puso al descubierto el impacto de la obesidad y el sobrepeso en la salud de las personas.
La obesidad es una enfermedad que impacta en el individuo y en la sociedad. Es evidente que la intervención para prevenirla es fundamental, ya que se asocia a otras como las cardiovasculares, diabetes tipo 2, apnea del sueño, hígado graso y cáncer, entre muchas más. El camino que deben recorrer los pacientes para tratarla es muy largo y debemos ayudarlos a que lo transiten de la manera más saludable y menos estigmatizante posible.
Es muy importante la derivación y el trabajo en equipo: clínica, cardiología, ginecología, endocrinología y psiquiátrica, además del especialista en nutrición que se dedica a la obesidad. La estrategia es definir la terapéutica ajustada a cada paciente para lograr el éxito a largo plazo, generar empatía, modificar hábitos, promover la actividad física y evaluar cuándo es oportuno iniciar un tratamiento farmacológico para tratarla, de la misma manera que tratamos otras enfermedades crónicas como la hipertensión arterial y la diabetes.
Debemos concientizar a la población, trabajar en la educación alimentaria y la promoción de un estilo de vida saludable que evite el sedentarismo, prevenir la ganancia de peso en los distintos momentos de la vida (niñez, pubertad, embarazo, adultez, menopausia, etcétera) y empezar a tratar esta enfermedad en una etapa de pre-obesidad.
El abordaje debe adecuarse a los intereses y posibilidades de cada persona, con una mirada a largo plazo. Las dietas, por lo general, empiezan y terminan, son cortoplacistas y frecuentemente cae la motivación y se produce la reganancia posterior del peso, que resulta frustrante. Sabemos que el 80% de los pacientes con obesidad han tenido más de un intento para bajar de peso y, en promedio, han tratado de hacerlo cuatro veces.
El primer paso es reconocer cuál es un objetivo de peso posible y real que el paciente pueda sostener en el tiempo. Distintos estudios indican que con el descenso del 10 al 15% del peso corporal se obtienen grandes beneficios metabólicos, se reducen las complicaciones cardiovasculares y se retrasa la aparición de diabetes.
Tenemos un camino que recorrer y el objetivo es fomentar el trabajo de los profesionales de la salud, educar con hábitos saludables de las familias, buscar que los gobiernos participen con medidas que favorezcan el consumo de alimentos saludables y estrategias que promuevan la actividad física e intentar que las industrias reduzcan el aporte de grasas, sodio y azúcares en sus productos.
Es responsabilidad de todos trabajar para cambiar el curso de esta epidemia de obesidad, con el objetivo de prevenir sus complicaciones asociadas y jerarquizar un abordaje terapéutico óptimo, a través de métodos seguros y eficaces, para lograr el descenso de peso y evitar la reganancia posterior, reconociendo como esencial la perspectiva del paciente en el tratamiento de la enfermedad.
(*) Médica (MN 84.182), Especialista en cardiología y nutrición, participante del Congreso ECO Obesity 2021 e integrante de la mesa de trabajo Argentina.
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