Lecciones de pandemia: la escena educativa universitaria durante y después de la peste

En este artículo, la docente e investigadora de la UNQ Ximena Carreras Doallo, detalla los aprendizajes que dejó la crisis sanitaria y explora los desafíos que implicará la pospandemia.

Tendencias - Vida y Ocio
universidad

Hace sólo dos meses se declaró el fin de la pandemia de Covid 19 pero en las instituciones educativas la post pandemia ya se cuenta en años. La Agencia de noticias científicas de la UNQ consultó a docentes, investigadores y extensionistas de la Universidad Nacional de Quilmes sobre las continuidades y cambios que advirtieron en sus prácticas de enseñanza y aprendizaje. Destacaron la relevancia de la virtualidad, el incremento de la brecha entre las clases sociales, la desigual distribución de tareas de cuidado así como también la resignificación del espacio aúlico. En paralelo, explican las razones de la formación permanente y la necesidad de la reflexión continua sobre los contenidos y los modos de evaluación.

Límites, posibilidades y desafíos
Lucas Silva, docente de la UNQ, reconoce que las dificultades en torno a la disponibilidad de los medios y recursos evidenció la desigualdad socioeconómica. En este sentido, subraya que “mientras algunos estudiantes podían conectarse a los zoom de sus profesores, otros con suerte se enteraban de las fechas de entrega de alimentos de sus escuelas. Pensar en la continuidad pedagógica con familias de seis integrantes y un solo dispositivo era un verdadero desafío”.

Por su parte, Andrea Pérez, que dirige el Observatorio de la Discapacidad de la UNQ, identifica que “fue más fácil para los y las estudiantes `asistir` a las clases durante el aislamiento”, ya que ese espacio propio generado en un campus virtual o a través de pantallas que pretendía imitar el aula física permitía sobrellevar el miedo a la muerte.

El psicopedadogo Ricardo Baquero, a su turno, destaca que fue complejo para el estudiantado y para el cuerpo docente, por eso refiere a la “energía que demandaron las posibilidades materiales de conectividad fluida y un seguimiento personalizado quienes cursaban”. No era sólo armar y dar la clase, también se trataba de repensar cómo enseñar y evaluar en esa coyuntura, al tiempo que sostener el esfuerzo.

Sandra Borakievich y Pablo Scharagrodsky acuerdan en que había un deseo latente. “Encontrarse, pensar, ocupar horas en algo valorado, sentir que aún en la situación compleja de estar en casa para cuidar la vida, que la vida y los proyectos de estudiar continuaban”, expresa la psicóloga. Por su parte, el educador subraya que “los contenidos se convirtieron en ocasiones en una excusa para encontrarnos con la otredad y discutir cuestiones que excedieron a los propios saberes a enseñar. Eso fue valioso ya que el intercambio permitió desnaturalizar convenciones educativas e historizarlas y de-esencializarlas”.

Para Baquero “cobró más relevancia la discusión sobre los sentidos posibles del espacio escolar, como un espacio otro pero diferenciado tanto del espacio familiar como del laboral o ‘de consumo’. En tal sentido, las razones del posible ‘fracaso escolar/académico’ atribuido a los individuos, fueron de los temas más convocantes”. Los temarios de las asignaturas se redimensionaron en la coyuntura pandémica en parte por la crudeza de lo real y por la nueva convivencia en aislamiento y/o distanciamiento obligatorio.

Vale recordar que los protocolos de higiene generaron nuevas rutinas pero acentuaron la asignación tradicional de roles. Resume Silva que “nuestras estudiantes mujeres siempre comentaban que tenían que retirarse antes (o ingresaban tarde) para dedicarse a alguna tarea de cuidado: cuidar a algún familiar, ocuparse de las tarea de los hijos, cocinar”. Aun con la familia completa en casa, incluso con menos tareas fuera del hogar, costó la redistribución.

Nuevas herramientas para una formación que no se detiene
La capacitación y la extensión en tanto actividades de las universidades también tuvieron que redefinirse y salir al ruedo para satisfacer solicitudes de docentes y estudiantes. Indica Marisa Alonso, la coordinadora de la Unidad de Formación de Capacitación Docente de la UNQ, que fue importante “abrir espacios para debatir el uso de las herramientas, revisar los nuevos formatos de la comunicación y la escritura, analizar el lugar de las corporalidades en un momento en el que se veían obligadas a casi desaparecer detrás del formato pantalla”. Y continúa:“Talleres, jornadas, paneles, fueron parte de la oferta que desplegamos para atender estas demandas”.

El Proyecto de Extensión “Diálogos e intervenciones colectivas para la inclusión educativa” trabajó a distancia con la Asociación Civil “Creadores de Sueños” y con el Centro Comunitario “Medalla Milagrosa” y uno de sus responsables, Juan García, especialista en Planificación y Gestión de Política Sociales, explica que se realizaron actividades de “observación, registro y análisis, con lectura y discusión de materiales teóricos y de trabajos a partir de las prácticas educativas emergentes que se dan en el territorio”. Es importante destacar que la tarea extensionista es estar en vínculo junto a las organizaciones sociales por tanto no mantener esos enlaces significaba perder parte de las funciones sustantivas de las universidades. 

Operación retorno…al aula física
Según Roberto Abdala, docente universitario y director de escuela, es destacable que el periodo pandémico haya posibilitado “habilidades en el manejo de recursos digitales que hoy son un legado inevitable.” Borakievich señala que el regreso a la presencialidad tan esperada se agregó una “suerte de fragilización subjetiva de corte postmoderno que se cifra en no poder hacer demasiadas `cosas` a la vez”. A su vez, agrega la magister Clarisa del Huerto Marzioni que “los y las estudiantes rotaban en relación a los dos días por semana de asistencia que requería la materia según el calendario académico.” La vuelta, aunque cuidada y en burbujas, fue compleja para los y las participantes pero mantuvo el entorno digital.

Scharagrodsky puntualiza que habría que “reflexionar sobre los formatos virtuales y digitales,  ya que sería una buena forma de problematizar en términos de poder, dominación, exclusión, posibilidades o resistencias el mundo que nos toca transitar y, en la medida de lo posible, transformar con el fin de producir escenarios educativos y sociales mejores”. En tal sentido, ser docente incluye una dimensión reflexiva que consiste en el análisis del avance del sistema capitalista y sus dinámicas.

Remarca Abdala que “una dificultad preocupante de cara a formar futuros docentes es la vuelta a lo habitual, como si la pandemia y sus diferentes impactos no hubiesen sucedido o como si la educación y las prácticas pedagógicas previas fuesen significativas o eficaces. Es como un efecto amnesia sobre la pandemia, el aislamiento y el regreso a las prácticas y hábitos que configuraron los ámbitos educativos previos”. El retornar a la vida habitual educativa no implicaba una vuelta a la anterior normalidad sino que explicitaba un volver pero resignificado y redimensionado por lo vivenciado.

Si bien en el regreso a las aulas físicas, todas las cursadas incluyeron algún formato de virtualidad para entrega de trabajos, para continuidad pedagógica, como espacio de intercambio o reservorio de materiales, Scharagrodsky recalca que “el desafío de la pandemia en términos educativos es aceptar que son varios los formatos educativos posibles al tiempo que la experiencia educativa es ante todo corporal y como acto no puede condensarse solo en un formato virtual”. Es, pues, una readaptación sobre formas de estudiar y aprender, a las distancias y cercanías para la realización de las prácticas educativas situadas en pospandemia.

El periodo que va de marzo de 2020 a mayo de 2023, aún está en estudio por las y los especialistas. Se trata de la reflexión y el debate colectivo sobre cuestiones como la imposibilidad de volver a la anterior normalidad, la redimensión de los espacios -entre ellos los áulicos- y de los cuerpos, pero también sobre los tiempos y los contenidos programáticos en sus múltiples formatos.

Ximena Carreras Doallo es doctora en Ciencias Sociales y Humanidades por la UNQ. Es docente, extensionista e investigadora (CEAR-UNQ) y dirige las Carreras de Profesorado del Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ.

Te puede interesar
Lo más visto