La medicina social: una clave para garantizar el derecho a la salud

En el centenario del nacimiento del Dr. René Favaloro y en el Día Nacional de la Medicina Social, la Mag. Claudia Emilia Lascano, directora médica de la Posta Sanitaria Las Lilas y subdirectora de la Carrera de Especialista de Medicina General y familiar de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, opinó para Télam sobre el profesional que hace medicina social y comunitaria.

Tendencias - Opinión Mag. Claudia Emilia Lascano(*)
favaloro

Los profesionales que nos especializamos en medicina social somos conscientes de la importancia de la relación médico-paciente, la visión global de los problemas de salud de las personas en su triple dimensión (psíquica, física y social), la prevención de la enfermedad en la actividad clínica diaria y la promoción de la salud.

Pero, sobre todo, vemos la necesidad de abordar los problemas que se presentan desde el enfoque de los determinantes sociales de la salud: entendiendo que la salud va más allá de la ausencia de enfermedad e implica situarnos en el territorio de la persona, enmarcando nuestras acciones; reconociendo las situaciones complejas que condicionan el proceso de salud-enfermedad-atención-cuidado en las personas y su comunidad, y propiciando el encuentro.

La medicina social, desde la estrategia de la atención primaria de la salud, nos acerca a los pacientes y a su medio ambiente; nos permite conocer las causas de las enfermedades y ahondar en el conocimiento profundo del padecimiento de las personas. Esto posibilita detectar, valorar, apoyar y controlar los problemas de salud del individuo y la familia potenciando su autonomía y mejorando su calidad de vida.

La mayoría de las familias son atravesadas por múltiples problemas y se encuentran en muchas ocasiones con sentimientos de desprotección y vulnerabilidad. Es allí donde la visita del profesional de la salud al hogar permite entender todo aquello que en el consultorio no se comprendía. La familia, al abrir las puertas de su casa, comparte la intimidad de cómo vive, de sus necesidades, amenazas y logros.

Cuando realizamos una visita médica a una casa, se van sumando los integrantes de la familia de forma tímida: los niños se acercan mostrando juguetes, cuadernos y dibujos. Poco a poco, van aprobando nuestra presencia, mostrándose en ocasiones más seguros y protegidos por la reunión de los adultos responsables de su cuidado. Con el tiempo se va construyendo la confianza, se genera un vínculo y, en este sentirse escuchados y mirados, la familia va fortaleciendo y reparando las angustias del abandono, de la desprotección, y se van generando pequeños cambios y oportunidades.

Nuestra orientación siempre consiste en ayudar a la familia a mejorar su bienestar, aliviar sus preocupaciones, incrementar sus habilidades y tomar decisiones. Todo lo que les aportamos quizás no resuelva sus problemas, pero sí hace que haya un mayor equilibrio para poder verlos de forma diferente. Los que hacemos medicina social nos involucramos de forma empática, nunca damos de alta y nos esforzamos por no dejar a nadie solo.

En estos tiempos, esta área de la salud tiene el desafío de enfocarse en la comunidad y sus diferentes escenarios territoriales, de realizar atención poblacional con equipos de salud consolidados y más especializados, de promover la participación activa de la comunidad, considerar los factores de riesgo sociodemográficos, conductuales y psicosociales de la mala salud en los entornos en los que se producen. También en tener en cuenta el papel emergente de la tecnología, promover la acción intersectorial y el diálogo entre los distintos sectores involucrados, y medir el impacto de las acciones.

Hoy en día, los que hacemos medicina social, nos enfrentamos a un aumento de las desigualdades, de las enfermedades crónicas y de la salud mental, la violencia en todos sus tipos, con un sistema de salud que se hace más complejo y costoso. Difícilmente se les puede hacer frente si no asumimos un compromiso firme donde la medicina social, con la atención primaria de la salud como estrategia, puede ser esencial para generar un cambio.

Centrarse en la salud global de las personas y las comunidades, teniendo en cuenta el entorno en que aparecen los problemas, y donde la persona vive, podría ser una clave para que todos logren el nivel de salud necesario para alcanzar todas sus aspiraciones.

(*) Directora médica de la Posta Sanitaria Las Lilas y subdirectora de la Carrera de Especialista de Medicina General y familiar de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

 

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