Grasas trans: un impacto al corazón

Tras la promulgación de la Ley de Etiquetado Frontal, organizaciones que militaron la iniciativa ponen ahora el foco en las grasas trans y piden una regulación más restrictiva que prohíba el uso de aceites parcialmente hidrogenados.

Tendencias - Opinión 06/03/2022 Florencia Guma, Belén Núñez (*)
Grasas trans

La industria es la principal productora de grasas trans (GT), las produce a través de la hidrogenación parcial de aceites vegetales y de pescado. Estas grasas, de mala calidad nutricional, no solo no poseen ningún beneficio para la salud (no tienen ninguna función biológica en el organismo) sino que son las precursoras de 2 mil muertes al año por enfermedad cardiovascular en nuestro país.

Solamente son producidas con fines tecnológicos para darle mayor durabilidad, estabilidad y palatabilidad al producto y, además porque son más baratas. Éstas se encuentran en productos como la margarina, galletitas, snacks, baños de repostería, entre otros comestibles ultraprocesados, así como también en productos de panadería y comidas artesanales que elaboran sus alimentos con grasas hidrogenadas (como margarinas o aceites parcialmente hidrogenados).

Si bien Argentina en 2014 adoptó medidas legales para limitar las GT producidas industrialmente en los alimentos en todos los entornos, son menos restrictivas que el enfoque recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Actualmente hay 44 países, entre ellos Brasil, Chile, Perú, España y Estados Unidos (próximos Paraguay y Uruguay), que están en consonancia con el enfoque OMS, es decir, reducir el contenido de GT a no más del 2% del total de grasas en todos los alimentos y materias primas destinadas al consumo directo y prohibir los aceites parcialmente hidrogenados, que son la fuente principal de GT de producción industrial.

Esta medida se puede lograr a través de enfoques de políticas, incluido el uso de medidas legislativas o reglamentarias.

En 2021, un estudio de análisis químico de 18 muestras de materias primas grasas, arrojó que el 100% están por fuera de los límites recomendados por OMS, lo que impacta de manera directa sobre los productos que se elaboran con ellas. Esta investigación pone en evidencia que hay productos de consumo masivo en Argentina que contienen niveles peligrosos de grasas trans.

Por ejemplo, según la margarina que se utilice, con tan solo media medialuna se podría superar la ingesta máxima sobre lo que advierte OMS. Por estos motivos es que se recomienda que el Estado avance en una política que contemple tales recomendaciones internacionales.

Y eso fue lo que, por primera vez, las organizaciones de la sociedad civil propusimos. Solicitamos la modificación del Código Alimentario Argentino con el foco puesto en la salud pública.

Nos manifestamos a favor de avanzar hacia una regulación de GT más restrictiva y que prohíba el uso de aceites parcialmente hidrogenados (como plantea OMS). Avanzar en estas propuestas son medidas claves en la defensa del derecho a la salud de las y los argentinos.

Para lograr una verdadera Argentina libre de grasas trans es urgente que la Comisión Nacional de Alimentos (responsable de esta medida) actúe de acuerdo a lo que necesitamos para no enfermar.

(*) Licenciados en Nutrición (coordinadoras de Salud de la Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales SANAR), e Ignacio Porras, chef y director Ejecutivo de SANAR.

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