La quinta jornada de caos forzó a Piñera a proponer una agenda de "cambio social"

El jefe del Estado escuchó pedidos para que los militares sean retirados de las calles y se ponga fin al estado de excepción declarado en medio del estallido social.

Internacionales22/10/2019
Chile

Chile vivió hoy una quinta jornada consecutiva de caos, con largas batallas campales entre fuerzas de seguridad y manifestantes, saqueos contra comercios y multitudinarias demostraciones de protesta, que forzaron al gobierno a trabajar en la elaboración de una agenda de "cambio social" para frenar un estallido social que dejó quince muertos, cientos de heridos y más de un millar de detenidos.

El panorama de violencia y represión volvió a instalarse en zonas céntricas de Santiago y otras ciudades del interior del país, como Concepción y Valparaíso, en medio de un estado de militarización de los espacios públicos que no se veía desde la época de la dictadura de Augusto Pinochet.

Mientras las calles de la capital chilena eran dominadas por los disturbios, el presidente Sebastián Piñera recibía en la sede del gobierno a líderes de los partidos políticos de la alianza gobernante y de la oposición, para analizar medidas destinadas a conformar a los manifestantes, que exigen mejoras en los servicios de salud, educación y distribución de los ingresos.

Dirigentes de los partidos Por la Democracia (PPD), Radical (PR) y Demócrata Cristiano (PDC) se reunieron esta tarde con Piñera en el palacio de La Moneda con un pliego de pedidos, que también exige respuestas sobre los 15 muertos que ya contabiliza la revuelta.

El jefe del Estado escuchó pedidos para que los militares sean retirados de las calles y se ponga fin al estado de excepción declarado en medio del estallido social.

Al cabo de ese encuentro, el ministro del Interior Andrés Chadwick, citado por La Tercera, anunció que Piñera “próximamente” daría a conocer una “propuesta de agenda social para avanzar en el país".

Pero luego el secretario general de la Presidencia, Gonzalo Blumel, aclaró que “es irreal esperar una respuesta definitiva, pero sí dar un puntapié inicial" para comenzar a salir de la crisis.

Dijo que se estudiaba una "agenda de unidad, de cambios sociales para un país donde todos tengan mayor igualdad de oportunidades y seguridades que es lo que todos aspiramos”.

Varias organizaciones de izquierda o centroizquierda prefirieron no acudir al encuentro convocado por el presidente, quien en un discurso de ayer, lunes, se había declarado a favor de bajar los precios de los medicamentos y poner en marcha medidas para mejorar los sistemas de salud y educación.

En tanto, una esquina céntrica de Santiago fue hoy el verdadero campo de batalla en el que manifestantes y fuerzas de seguridad se enfrentaron durante más de dos horas.

Los disturbios estallaron en uno de los extremos de la emblemática Plaza Italia, escenario de históricas movilizaciones en Santiago, donde miles de personas se concentraron para expresar su protesta.

Aunque el grueso de los manifestantes se mantuvo en una postura pacífica, en un momento se vio a grupos de personas corriendo para escapar de las nubes de humo generadas por las granadas de gas lacrimógeno que lanzaron los agentes de las fuerzas de seguridad, quienes actuaron protegidos detrás de varias tanquetas blindadas.

Grupos de manifestantes desafiaron el uso de la fuerza y enfrentaron a los carabineros con piedras o sencillamente parados con los brazos en alto frente a las tanquetas, que por momentos quedaron cercadas entre dos grupos de manifestantes.

Según el último balance oficial, durante los cinco días que lleva el estallido social murieron 15 personas, 11 en incendios declarados en medio de actos vandálicos o saqueos y los cuatro restantes por la represión de las fuerzas armadas o de seguridad.

Tres de los muertos por la represión fueron alcanzados por balas disparadas por agentes de seguridad y otro atropellado por un camión de la Armada en Talcahuano, ciudad vecina a Concepción, a unos 500 kilómetros al sur de la capital, informó la agencia EFE.

Los disturbios dejaron también un balance de cientos de heridos (al menos 88 de bala) y 2.643 detenidos.

La ola de violencia llevó al gobierno a decretar primero el estado de excepción en todo el país y luego el toque de queda en varias ciudades, en un contexto en el que Piñera llegó a decir que Chile estaba "en guerra con un enemigo poderoso e implacable" cuya procedencia y objetivos no identificó.

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