La cocina de los trolls: ¿cómo se organizan los provocadores de las redes sociales?

Se trata de comunidades digitales con líderes que definen los temas de la agenda mediática, hostigan de manera sistemática y destacan una información por otra.

Tendencias - Vida y Ocio30/11/2024
Trolls-online

El universo de las redes sociales que habitan los usuarios día tras día desde hace años es aún hoy un mundo de sombras. Trolls, bots, fake news, algoritmos…todas palabras que son de uso cotidiano pero que pocas veces se sabe cómo funcionan. De manera reciente, fue noticia un ataque sistemático de trolls a la cuenta de X de Spotify Argentina por haber compartido un mensaje a favor de la cantante Lali. Los comentarios, escritos de manera más o menos similar, reproducen el mismo mensaje: mudarse de Spotify a Youtube Premium. Ahora bien, ¿qué son los trolls de los que tanto se habla? ¿Cómo funcionan? ¿Quién los maneja?

“Un troll es una actitud. Se trata de una cuenta dedicada al ciberacoso y a hostigar a otros usuarios dentro de la red. Puede ser una persona real de carne y hueso a la que todos conocemos o una cuenta falsa. Pero, más allá de eso, lo que define al troll es la actitud de hostigar constantemente a otro que piensa distinto”, explica Kevin Grunbaum, licenciado en Ciencia Política (UBA) y especialista en Comunicación Digital, a la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

En esta línea, Ana Slimovich, investigadora adjunta en Conicet en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA, apunta: “Los trolls muestran una identidad que no es la que posee la persona empírica que maneja la cuenta. Es decir, que quien está detrás puede ser una persona joven pero aparece la foto de alguien más grande y generar contenidos como si fuera una persona de una edad mayor o viceversa”.  Además, según afirma, los estudios científicos demostraron que las cuentas de trolls, así como también los bots, son a escala planetaria manejadas especialmente por partidos políticos, gobiernos y élites económicas. 

Así, por ejemplo, hay trolls dedicados al campo de la política, del arte, de los deportes o del videojuego. De hecho, en 2014 se hizo público uno de los primeros casos de hostigamiento digital que fue el Gamergate. Se trató de un ataque sistemático en plataformas como Reddit a desarrolladoras que analizaban la representación de las mujeres en los videojuegos.

“Muchas veces hay una sistematicidad en los ataques: las comunidades se organizan para criticar o discutir con su antagonista. Este usuario, que piensa distinto, publica algo y eso despierta la ira y el enojo que acumularon ciertas comunidades. Estas se empiezan a ordenar y organizar para atacar sistemáticamente a esa persona”, detalla Grunbaum.

Y continúa: “Cada comunidad tiene su líder, hay usuarios que tienen más peso que otros, más seguidores y más información. Entonces, son ellos los primeros que seleccionan un tema del que se va a hablar y definen el encuadre, es decir: ‘¿de qué manera vamos a criticar a esta persona?’. Ahí, empiezan a atacar con contenido en repetidos mensajes y sus seguidores se suman con la misma dinámica”. 

¿Quién es quien en las redes?

Entonces, los trolls pueden marcar la agenda mediática, imponer puntos de vista o destacar una parte de la información en lugar de su totalidad para así manipularla. Sin embargo, Slimovich hace una salvedad. “Hay que diferenciar entre quienes viralizan procesos de desinformación política, fake news y trolls de los productores de las noticias falsas. Por un lado, están los que arman un aparato para producir esos procesos de desinformación y utilizan trolls y bots para desviar la conversación; y por el otro, están aquellos que los viralizan, como pueden ser agencias contratadas o ciudadanos comunes que comparten estas publicaciones sin tener conocimiento de que se trata de un contenido falso”, distingue la doctora y posdoctora en Ciencias Sociales ante la Agencia.

Asimismo, quienes necesitan de los trolls para marcar la agenda, también hacen uso de los bots, cuentas automatizadas que no responden a ninguna persona real ni ficticia. En su lugar, están programadas para realizar determinadas acciones, como interactuar, seguir o dejar de seguir a determinadas o, por ejemplo en la política, hacer crecer o disminuir la popularidad de alguna figura. 

Grunbaum añade: “Hoy cambió el paradigma y ya no es tan importante saber si un troll es una persona real o no, sino qué impacto tiene. ¿Es una persona que tiene peso en las conversaciones de las redes o solamente es un troll que critica todo el tiempo a determinada hora sobre un tema específico? La pregunta hoy es esa y no tanto quién está por detrás”.

Por Luciana Mazzini Puga - Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.

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