Impresiones del Mundial Femenino desde Francia

El fútbol femenino comienza a generar su propio público fiel y militante a nivel global.

Tendencias - Opinión 30/06/2019 Fernando Segura M. Trejo (*)
Mundial femenino

¿Qué tiene de tan especial esta octava edición oficial del Mundial de fútbol femenino de la FIFA? Lo primero que llama la atención en suelo francés es el espectacular clima en los estadios. La masividad de la afluencia, el entusiasmo del público y ciertas formas particulares de aliento a los seleccionados permiten entrever que el fútbol femenino comienza a generar su propio público fiel y militante a nivel global.

Esto puede no ser una novedad completa si nos retrotraemos a antecedentes como los Mundiales de 1999 en EE.UU. o de 2015 en Canadá, aunque si repasamos algunos datos podemos afirmar que el interés por esta competición se ha magnificado. En el partido inaugural hubo más de 45 mil asistentes, al igual que en el encuentro entre EE.UU. y Chile.

Mientras que al partido Argentina-Inglaterra, jugado en Le Havre, asistieron 20 mil personas en un estadio con capacidad para 25 mil y cuyo promedio de afluencia para los cotejos del equipo masculino local de la ciudad, el Le Havre Club, no pasa habitualmente de los 6 mil.

La alta visibilidad que tiene el Mundial en los medios de comunicación se explica también a partir de la expectativa que rodea a Les Bleues, las jugadoras francesas que han generado un cariño admirable en sus presentaciones. Para el partido de cuartos de final que enfrenta a Francia contra Estados Unidos, los precios de la reventa de tickets llegan a la asombrosa cifra de 10.000 euros según el sitio Stuhhub, mientras que en la última Copa el billete más caro se revendió a 322 euros.

Este interés creciente es acompañado por una percepción general entre los franceses -palpable en comentarios espontáneos, en redes sociales, en la prensa- acerca de que las futbolistas entregan corazón y alma en el juego, y que su involucramiento con la práctica es mayor y "más genuino" que el de sus pares varones. En este sentido, la ética y la estética del fútbol amateur que le es asignada por los discursos sociales extendidos al fútbol femenino aparece como una suerte de reacción al fútbol hiper mercantilizado masculino.

De todas formas, el fútbol femenino francés tiene un considerable desarrollo en los últimos años, que ha llevado a que en 9 de las últimas 10 finales de la Champions League haya participado un equipo de ese país -el equipo de Lyon, ciudad donde se jugarán las semis y la final del Mundial, ha ganado las últimas 4-.

De hecho, el número de futbolistas federadas en Francia pasó de 35 mil en el año 2000 a 103 mil en 2016. Ese crecimiento, que se ubica en un proceso global más amplio de conquista de las mujeres de muchos otros espacios sociales, evidencia que el fútbol femenino ya ejerce un polo de atracción para el público, para los medios y para el mercado. Las directivas de la FIFA a las federaciones nacionales de desarrollar el fútbol femenino se inscriben en ese proceso, que tiene como horizonte -cercano, creemos- su emancipación de la constante y equívoca referencialidad al fútbol masculino.

(*) Dr. en Sociología. Profesor en la Universidad Federal de Goiás, Brasil. Investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) en México. 

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