Descubren que algunos mosquitos transmisores del dengue son más resistentes a los insecticidas
Investigadoras del Conicet demostraron que insectos del norte de Argentina tuvieron una modificación genética que les otorgó esta capacidad. Además, proponen una alternativa eficaz para combatirlos.
Especialistas del Conicet descubrieron que los mosquitos transmisores del dengue en el norte argentino tuvieron una mutación genética que los hace más resistentes a los insecticidas que se utilizan habitualmente para combatirlos. El estudio sobre el insecto Aedes aegypti es fundamental ya que es el primero en su tipo y permite delinear mejores estrategias sanitarias para evitar su reproducción. En este sentido, las científicas comprobaron que existe una alternativa eficaz para controlarlo a través de un compuesto que todavía no está aprobado en el país, pero que ya se utiliza en otras naciones y está recomendado por la Organización Mundial de la Salud. El trabajo fue publicado en la revista Parasites & Vectors y es de libre acceso.
“Lo que hallamos en este estudio es que cuatro poblaciones de Aedes aegypti del norte argentino (Orán y Tartagal en Salta, Clorinda en Formosa y Puerto Iguazú en Misiones) eran hasta 10 veces más resistentes que una población normal a un determinado tipo de insecticidas que se utiliza hoy en día en las campañas de control”, cuenta Laura Harburguer, directora del estudio e investigadora del Conicet, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
El insecticida que se utiliza de forma habitual para intentar controlar las poblaciones de mosquitos transmisores del dengue está compuesto por permetrina, un químico que además se utiliza contra los ácaros. Sin embargo, en 2013 diversos especialistas comenzaron a notar en Salvador Mazza –una localidad salteña que también se la conoce como Pocitos– que su aplicación no generaba un descenso en la cantidad de mosquitos.
Aunque puede haber muchas causas por la cual los mosquitos son resistentes a este tipo de insecticidas, las científicas detectaron que se debía a una mutación genética. “Encontramos que hay una mutación en el sitio de acción de estos insecticidas que hasta ahora no había sido registrada en Argentina, aunque sí en otros países como Brasil y México. La presencia de esta mutación nueva con otras dos mutaciones ya existentes en nuestro país hace que estos mosquitos sean altamente resistentes”, explica Harburguer, quien trabaja en el Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (Cipein), designado en 2021 como Centro Colaborador de la OMS.
Sin embargo, la labor de las científicas no solo se quedó en el análisis, sino que fue más allá y buscó otras opciones que sean efectivas para controlar la población de mosquitos transmisores del dengue. En este sentido, la investigadora del Conicet y su equipo llegaron a la conclusión que un compuesto denominado pirimifosmetil tenía una efectividad del 100 por ciento para matar a los insectos. Aunque este insecticida está recomendado por la OMS y se utiliza para controlar el Aedes aegypti en países como Paraguay, Colombia, Brasil y México, todavía no se aprobó su uso en Argentina.
“Necesitamos que haya alguna empresa interesada en fabricar este producto y que presente los estudios de eficacia y toxicidad ante la ANMAT para su aprobación. Sin embargo, al ser un proceso largo y costoso que no deja grandes réditos económicos, muchas veces no están dispuestas a invertir en salud pública porque el mercado es muy pequeño. Entonces, es muy difícil captar el interés para que desarrollen un nuevo producto”, subraya la investigadora.
Con respecto a la importancia del estudio, el trabajo comandado por Harburguer permite delinear políticas sanitarias efectivas que ayuden a controlar el dengue y prevenir brotes históricos como los registrados en 2024. En este sentido, la científica destaca que no tiene sentido utilizar el insecticida habitual compuesto por permetrina. Al menos en las regiones donde se comprobó la mutación genética, se necesitarían dosis muy altas para combatir el dengue y tendría un costo económico y ecológico elevado.
Además del Cipein, de la investigación participaron la Universidad Nacional de Salta, la Fundación Mundo Sano y el Instituto Oswaldo Cruz de Brasil.
Por Nicolás Retamar - Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
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