Cáncer de próstata: el más frecuente que muchas veces se cura y siempre se trata
El cáncer de próstata es la enfermedad oncológica más frecuente en el varón. En el 2020, en la Argentina se han detectado 11.686 casos, que representaron el 18,7 % de todos los tumores malignos en este grupo (IARC).
El cáncer de próstata es la enfermedad oncológica más frecuente en el varón. En el 2020, en la Argentina se han detectado 11.686 casos, que representaron el 18,7 % de todos los tumores malignos en este grupo (IARC).
La próstata es una glándula cuya función natural es producir líquido seminal y a través de ella pasa la orina durante la micción. Es habitual que a partir de los 40 años crezca de tamaño (Hiperplasia Prostática Benigna o HPB), produciendo con cierta frecuencia trastornos miccionales. Menos frecuente es que las células prostáticas comiencen a crecer sin control (cáncer de próstata).
A diferencia de la HPB o de las prostatitis, el cáncer de próstata, al menos en sus estadios iniciales, casi no da síntomas. Esta es la razón por la cual se sugiere realizar los controles clínicos pertinentes a todos los varones y no solamente a aquellos que presenten algún tipo de síntoma.
Desde hace muchos años existe un análisis de sangre llamado PSA (por sus siglas en inglés Prostatic Specific Antigen) que junto con el examen digital rectal de la próstata sirven para la detección precoz del cáncer de próstata. Esta práctica ha disminuido el número de pacientes que en el momento del diagnóstico ya presentan una enfermedad diseminada (metástasis) y se ha reducido la mortalidad específica por cáncer.
La Sociedad Argentina de Urología y otras sociedades científicas sugieren que todo varón mayor de 50 años realice anualmente estos exámenes. Si tuviera algún antecedente familiar, sería conveniente comenzar a partir de los 40 años.
En el área diagnóstica hubo avances muy significativos. El uso de la resonancia magnética y las nuevas técnicas de punción han aumentado la eficiencia y exactitud en el diagnóstico. La caracterización del tumor es más exacta y los estudios de extensión son cada vez más precisos. Tenemos pruebas diagnósticas que nos permiten detectar tumores de apenas unos milímetros y medir su actividad metabólica.
Hay tumores que no requieren un tratamiento inmediato y quizás nunca lo necesiten, pero necesitan de una caracterización y seguimiento muy estrictos. Otros tumores necesitan de más de una modalidad terapéutica, pudiendo llegar a combinar tanto la cirugía como la radioterapia y la hormonoterapia u otros tratamientos. Pero no sólo las características tumorales cuentan. Las condiciones clínicas del paciente, sus comorbilidades y su expectativa de vida son fundamentales en el momento de tomar la decisión de cómo tratar al enfermo.
En los últimos años se ha puesto mucho énfasis en disminuir los daños colaterales de cada tratamiento. Es así como la cirugía oncológica convencional ha dado lugar a la cirugía oncológica mínimamente invasiva, laparoscópica pura o asistida por robot. Las ventajas de estas técnicas son múltiples, por su eficiencia y confort para el paciente. Sin embargo, todos los índices de calidad de estas cirugías se encuentran subyugadas a la experiencia del urólogo cirujano con estas complejas técnicas quirúrgicas.
También los avances en la tecnología de la radioterapia han sido muy importantes. Tanto en la utilización de semillas radiactivas como en la radioterapia externa la precisión y las dosis logradas han mejorado mucho la efectividad de los tratamientos y a su vez han disminuido los efectos colaterales no deseados.
El estudio de la biología tumoral nos ha dado conocimientos para el desarrollo de fármacos que tienen hoy en día excelentes resultados, han cambiado totalmente las expectativas de sobrevida y la calidad de vida de los pacientes.
El asesoramiento genético es cada vez de mayor importancia en estos pacientes y puede abrir puertas terapéuticas con drogas que tienen una efectividad bien establecida, como también asesorar acerca de riesgos hereditarios de la enfermedad.
Todos estos avances y la complejidad desarrollada desde las múltiples variables que existen a partir del diagnóstico del cáncer de próstata hasta su tratamiento y seguimiento han hecho que urólogos, oncólogos clínicos, radioterapeutas, especialistas en diagnóstico por imágenes, anatomía patológica y asesores genéticos deban trabajar en conjunto para planificar la mejor estrategia de tratamiento.
(*) Jefe de Urología y Dr. Juan P. Sade, oncólogo clínico, ambos del Hospital Universitario Austral.
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