Cervezas artesanales: rentabilidad cayó fuerte por recesión pero sigue el auge

Los entendidos del rubro señalan que aún es un mercado inexplorado y queda mucho por crecer

cervezas

Las cervecerías artesanales no pasan por su mejor momento. El contexto recesivo del país y sobre todo la depreciación de la moneda local impactaron negativamente en uno de los sectores más prominentes de los últimos años. La caída del consumo y los altos costos golpearon a los microemprendimientos, sobre todo a los incipientes, y dejaron atrás el ritmo de crecimiento registrado años atrás. Actualmente, la crisis se presenta de la mano de dos grandes desafío: por un lado, afianzar las bases en un contexto adverso y, por otro, seguir apostando por la calidad para continuar expandiendo el mercado, a una marcha más lenta pero con la mira puesta en retomar el crecimiento de años atrás.
La “primavera” que acompañó hasta hace poco al sector ya no muestra el mismo panorama floreciente. La compleja situación económica hizo mella en el rubro, sobre todo en aquellos que apostaron capital en la cresta de la ola y el aumento de costos derivó en el cierre de pequeñas fábricas, ante una notable caída de la ganancia. Si bien quedaron atrás los márgenes de rentabilidad del 2017, el negocio sigue siendo una apuesta sobre todo para quienes lo ven como una elección de vida.

Ricardo Aftyka, cofundador de la comunidad Somos Cerveceros y de la cervecería artesanal Juguetes Perdidos analizó en profundidad la actualidad del rubro. “Este año no escapamos a la situación general del país. Hubo un gran freno. El consumo de cerveza artesanal, al tener tan poco desarrollada la venta en envase, es en restaurante. Por lo tanto corremos en paralelo a la crisis del sector gastronómico”, dijo.

La cerveza artesanal “no es un producto de primera necesidad”, puntualizó, por lo tanto es de lo primero que el consumidor recorta ante la pérdida de poder adquisitivo. Sin embargo, Aftyka señaló que en los últimos años “hubo un cambio de hábito y el público ganado está ganado. Aquel que toma cerveza artesanal no volvió a las industriales sino que ahora en vez de seis veces lo hace dos veces por ejemplo”, agregó.

“Fue sin lugar a dudas un año sin precedentes con respecto a las dificultades que debemos afrontar. Hay fábricas y proveedores nacionales que debieron cerrar y otros muy comprometidos”, apuntó Lucas Lico, presidente de la Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina (CCAA) y socio fundador de la cervecería Grunge.

“Hasta principio de este año teníamos un crecimiento interanual mayor al 50%, con lo cual muchas fábricas decidieron tomar préstamos y aumentar su producción. Sin embargo, a fines de mayo el consumo cayó drásticamente, en conjunto con el aumento de los costos de los insumos nacionales e importados y sumado a la tenencia de deuda financiera, concluimos en un combo explosivo”, agregó.

Costos y rentabilidad

A la hora de identificar algunos de los puntos que propiciaron este cambio de marcha en el sector, ambos remarcaron la suba en los costos producto de la depreciación del peso. Esto impactó en el margen de ganancia e hizo tambalear a muchas fábricas, empujando al cierre a otras tantas.

“Todo lo que usamos es importado, así que el aumento de la depreciación fue directo”, dijo Aftyka y profundizó: “Salvo la mano de obra y los impuestos, el resto es directo. Usamos lúpulo y maltas importadas, pero incluso las locales son un commodity y se mueven al precio del dólar”.

Lico coincidió con Aftyka sobre el fuerte impacto de la devaluación. “Los insumos importados aumentaron al mismo o mayor porcentaje que el dólar. Además del lúpulo y la cebada que están considerados en el mercado a valor de commodity, el equipamiento en acero inoxidable también está valuado en dólares”.

Pese a ello, el valor del litro artesanal en Argentina no aumentó al mismo ritmo. Esto condicionó el margen de ganancia y el atractivo del rubro. “El precio de venta no aumentó más de un 15% en el año, lo cual produjo una caída notable en la rentabilidad, ya que intentamos no trasladar el aumento del costo al precio para no perder mercado. El crecimiento anual en el consumo del 2018 es con suerte entre un 5%-7% frente a un 50% del 2017”, profundizó el titular de la CCAA.

Esa caída en el consumo afecta principalmente a los microemprendimientos que se iniciaron al calor de la buena rentabilidad reciente. Sin embargo, la ganancia ya no es la misma y muchos están alejándose hacia otros horizontes. “Hoy el negocio no tiene la rentabilidad que tenía y no es atractivo para todos, sino para quienes les gusta este rubro”, señaló Aftyka. El margen de ganancia cayó fuerte en los últimos meses y aquellos que ingresaron al mundo de la cerveza artesanal en el pico del negocio, ahora optan por pasar a otros rubros.

“En nuestro caso hacemos cerveza hace 20 años y vendemos hace tres. Estamos en esto porque nos gusta, es una elección de vida y no nos metimos en esto por un negocio. Pero hay gente que tiene capital y la cerveza artesanal la asocia con rendimiento del 50% de hace dos años. Hoy se parece más a un negocio gastronómico con márgenes del 13% y quienes entraron hace dos años ahora prefieren cerrar y poner otro negocio”, detalló el fundador de Juguetes Perdidos.

"Argentina tiene el precio más barato de América: en EEUU te cuesta entre u$s7 u u$s11, Uruguay sale u$s 6, en Brasil u$s 8 mientras que acá cuesta u$s 2,5. Esto tiene que ver con que los productores no han podido trasladar el precio por la baja del consumo. La única forma de impulsarlo es venderla más barata que la industrial y actualmente ocurre eso", destacó Aftyka.

Cerveza artesanal para rato

Las cervecerías artesanales crecieron de forma notoria en los últimos tiempos. Pese a ello, el mercado actual se encuentra en su mayoría inexplorado: apenas se ubica en torno al 3%. “En los últimos años hemos tenido una explosión que nos parece gigante, pero tenemos menos del 3% del mercado y falta multiplicarlo por seis para llegar a los números de EEUU, que rondan el 20%. Lógicamente para ello habrá que sumar nuevos formatos. Recién ahora se ven botellas y latas que permiten otra oportunidad de consumo, que no es solo en el bar. Tenemos mucho para crecer”, aseguró Aftyka en ese sentido.

Pese a esta baja en el ritmo de crecimiento “las microcervecerías artesanales siguen siendo un rubro próspero”, apuntó Lico, en especial para quienes ya están dentro, con clientes activos y en pleno desarrollo de productos.

Es por eso que en este momento, el esfuerzo de quienes integran el mundo cervecero-artesanal estará en afianzar las bases a cambio de resignar ganancia. “La mayoría de las fábricas apuntamos a mantener la calidad de producto, bandera que nos distingue frente a la cerveza industrial, sin importar el costo de los insumos. Es por eso que intentamos no trasladar esos aumentos al precio para no perder mercado”, apuntó.

Descentralizar el mercado

A raíz de la aparición de innumerable cantidad de fábricas cerveceras en la Ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano bonaerense, el centralismo fue posicionándose como uno de los problemas principales del rubro. En contrapartida, el descentralismo aparece como una necesidad pero también como una oportunidad para los ingresantes.

Para el titular de la CCAA “hoy en día es clave no saturar el mercado para poder mantener en crecimiento las fábricas actuales”. En ese aspecto juega un rol importante que los productores opten por instalarse en puntos aún "vírgenes".

“En Argentina faltan hasta 3 mil cervecerías. El interior está muy inexplorado. Si abrís una cervecería en Chivilcoy o Maipú, te aseguro que te va a ir bien y te vas a cansar de vender. El problema es que actualmente el sector está muy centralizado. Por ejemplo, en Palermo había tanto consumo que se abrieron 170 minifábricas en los últimos años y no puede haber esa cantidad", puntualizó Aftyka.

La descentralización juega un rol primordial en la expansión del rubro, al igual que la desburocratización estatal. De cara al 2019, Lico hizo hincapié en que el Estado agilice los mecanismos para el registro de fábricas ya que “hay mucha burocracia. Esto demora la producción legal, principalmente en las grandes ciudades. Necesitamos ser considerados como pymes, ya que generamos más de 6000 puestos de trabajos directos, y como tales tener beneficios tanto impositivos como regulatorios”, enfatizó. “Si bien hay ordenanzas municipales positivas, lo que necesitamos es una legislación acorde”, reclamó Aftyka.

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