Nacionales Nilda Gómez (*) 30/12/2018

Cromañón: no puedo olvidar, ni quiero

Hoy 30 de diciembre se cumplen 14 años de la tragedia de Cromañon que acabó con la vida de 194 personas durante un recital del grupo Callejeros.

Decir que Cromañón es hoy un crimen impune sería una aseveración arriesgada, sin embargo, podríamos decir sin temor a equivocarnos que a nivel social, Cromañón nos enseñó a mirarnos en un gran espejo roto que nos mostró de manera despiadada la imagen de lo que no supimos o no quisimos ver. Nos permitió ver el desastre que provoca la corrupción en una sociedad que permite la combinación letal de la codicia inescrupulosa y la corrupción de funcionarios; nos permitió ver cómo esa asociación macabra se cobraba tantas vidas inocentes en una sola noche.

Porque los responsables no eran monstruos, eran personas comunes que no querían matar a nadie, pero que entendían que sus conductas delictivas podrían no tener consecuencias negativas o al menos es lo que esperaban.

Cuando uno mira la película de 14 años de lucha, y teniendo idea hoy a donde iba a parar la coima que el gobierno nacional cobraba a través del jefe de la policía federal, se entiende claramente porque Cromañón es un crimen de Estado. De ahí la responsabilidad absoluta de un gobierno nacional que se convirtió en el encubridor de un ser mediocre como el jefe de gobierno de esa estructura llamado Aníbal Ibarra.

Pero para que alguien cobre, tiene que haber un pagador, esos también son responsables. Al final de todo, Cromañón fue un crimen por dinero.

Mientras la lucha se daba en las calles, un buen día nos encontramos con que habíamos sido calificados de golpistas, si, golpistas!!!. Estábamos pidiendo la destitución del jefe de gobierno por su responsabilidad demostrada en la masacre, pero lo curioso es que el epíteto no fue expresado por los familiares de Ibarra o algún grupo de militantes, lo pronunciaban los grandes referentes de los organismos de Derechos Humanos, otra vez la decepción nos invadió. A partir de allí otra lucha más compleja comenzó a perfilarse: que la justicia entendiera que las madres de Cromañón también necesitábamos ser escuchadas, alguien de la justicia nos tenía que llamar para preguntarnos quiénes eran nuestros hijos.

Cada paso que dimos tenía un significado, un signo, un mensaje, hoy no están en la Casa Rosada los que generaron y encubrieron la masacre, hoy no podemos exigir justicia más allá de que obviamente muchos no estén conformes con las penas tan exiguas, pero hay que entender que ya no existen más instancias judiciales para que algún culpable vuelva a la cárcel. La justicia que tuvimos sólo nos dio un poco de paz.

Hoy le damos batalla a la falta de memoria, a las enfermedades derivadas de las ausencias, hoy generamos espacios de contención para las víctimas, y miles de formas para sensibilizar y lograr un cambio de hábitos, donde "la Cultura del Aguante" sea reemplazada por la cultura del cuidarnos.

Hoy, a pocas horas de cumplirse un nuevo aniversario, todos los recuerdos se superponen, las imágenes de esa noche vuelven más nítidos y vuelven con fuerza, la locura, la ausencia, el vacío, la tristeza, sentimientos de dolor profundo, insoportable.

En mi cabeza resuena tu vos del otro lado de la línea de teléfono que me decía: "mami, esperame que salga de trabajar, quiero darte un beso antes de que te vayas", era el 30 de diciembre de 2004. Habías decidido quedarte en casa, no venir a la costa con nosotros...al fin de cuentas tenías 20 años y eras libre, eras capaz, eras inteligente, eras despierto, ¿que podría salir mal?.

Tu beso lo recuerdo todos los días, al principio tenía miedo de olvidar el sonido de tu vos, tus labios sobre mi mejilla, tus manos sobre mi espalda, el olor de tu cuerpo... en realidad tenía miedo de perder la razón, después me di cuenta de que era imposible que eso pasara.

Ese 30 de diciembre la vida tan preciosa, se escurría entre nosotros, la vida de 193 personas se escapaba ante nuestros gritos desesperados, nuestro llanto incontrolable...se iban, se morían, cerraban sus ojos para siempre...los habían asesinado...los habían metido en una trampa mortal.

Durante muchos años esperé que volvieras...no podía ni siquiera pensar que vos estabas ahí, si la imagen venía a mí la sacaba rápidamente de mi mente. Recién ahora casi 14 años después y habiendo levantado tus restos de esa tumba fría, habiéndote llevado a casa, empiezo a pensar que de verdad pasó, que ya no volverás, que te perdí, que te mataron. Ahora estás en casa, pero ocupás un pequeño espacio, compartido con fotos que muestran tu sonrisa eterna.

Muchas cosas pasaron después, la lucha por justicia, por memoria, una irrefrenable voluntad de hacer cosas para que nadie olvide, para que las condiciones donde van a divertirse sean aptas para que no se mueran más.

Hoy a 14 años de la Masacre de Cromañón, es necesario reconocer que algo de justicia tuvimos, que es comprensible también que haya personas que no lo sientan así. Pero debemos ser justos con aquellos que todavía transitan el camino de la búsqueda de justicia, y de aquellos que nunca consiguieron llegar a un juicio, sería una falta de respeto para tantos familiares que esperan que la justicia actúe. Cromañón no fue un crimen impune. Es necesario seguir para lograr que los cambios que se produjeron después de la masacre sean sostenibles en el tiempo, o para que algún día podamos asegurar "Cromañon nunca más".

 

(*) Mamá de Mariano Benitez, una de la víctimas de Cromañon. Abogada e integrante de Familias por la Vida.

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