Las 3 S de la bici: saludable, social, sustentable
¿Alguna vez te pusiste a pensar en todo lo que la bici ofrece sobre sus dos humildes ruedas?
Andar en bici es un placer, y casi no requiere prensa entre quienes llevan un estilo de vida saludable. Pero ¿alguna vez te pusiste a pensar en todo lo que la bici ofrece sobre sus dos humildes ruedas? No existe un vehículo que englobe más beneficios y ventajas. La bici reúne cualidades únicas para la vida en la ciudad. Nos permite transportarnos de manera ágil, veloz y práctica, en lugar de quedar detenidos. Además de escapar de esos nudos de tránsito, contribuimos a “desanudarlos”, pues liberamos espacio en las calles al dejar el auto en casa, y agilizamos la circulación general. Mientras lo hacemos, disfrutamos del ejercicio físico casi sin darnos cuenta, con la motivación extra que nos da circular cuando lo necesitamos. Ni hablar del placer extra de conducir al aire libre, sentir el sol en la piel y ver las caras de otras personas, peatones y colegas ciclistas que van por el mismo camino: todo lo opuesto al encierro del auto. Tampoco generamos huella de carbono al desplazarnos en bici y de esa forma contribuimos a mantener limpio el aire que respiramos. Y la bici no es descartable: podemos repararla y seguir usándola durante años.
Por todo eso decimos que es un medio de transporte y una forma de realizar ejercicio muy saludable (y moderado, con pocas contraindicaciones aun para personas sin entrenamiento), social (pues contribuye a aliviar problemas comunitarios como el embotellamiento de tránsito y a conectar mejor con los demás en el espacio público) y sustentable (no produce emisiones tóxicas ni contamina el ambiente, además de ser un objeto duradero, reparable y reciclable). En su libro BiciZen, el periodista Juan Carlos Kreimer exalta una faceta del ciclismo maravillosa: su potencial como actividad meditativa. “Si alguna vez, al subir a la bici y empezar a pedalear, tuviste la sensación de que tus actos ocurrían independientemente de tu voluntad y que cuanto venías pensando se ponía en pausa, no necesito explicarte a qué me refiero. El zen lo llama presencia plena”.
Extracto del libro GreenVivant por Facundo Bertranou
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