El 11 de abril es el Día Mundial del Parkinson
Todo lo que debes saber sobre la enfermedad y cómo prevenirla
La Organización Mundial de la Salud estableció el 11 de abril como Día Mundial del Parkinson, con el objetivo de concienciar de los síntomas y los problemas que sufren las personas afectadas.
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a las neuronas dopaminérgicas, encargadas de transmitir la dopamina, necesaria para el movimiento muscular y el control del sistema nervioso central. Afecta aproximadamente al 1% de las personas mayores de 60 años; sin respetar etnias, ni género, y aún a personas más jóvenes aunque en mucha menor proporción. Así, se constituye en la segunda condición neurodegenerativa más frecuente luego del Alzheimer.
El 70% de los afectados por Parkinson tiene más de 65 años pero uno de los mayores mitos en relación a esta enfermedad es que solo se presenta en tramos de edad avanzados. El 15% de los que sufren esta enfermedad no supera los 50 años y hay casos de Parkinson en la infancia o en la adolescencia.
Otro de los mitos que acompaña al Parkinson es que siempre causa temblores. Aunque es cierto que es el síntoma más visible, no se da en todos los casos, de hecho, un quinto de los pacientes no lo experimenta. Además, las afecciones motoras que causa esta enfermedad pueden presentarse cuando el Parkinson está ya más desarrollado. Esperar a que se manifiesten para buscar un diagnóstico puede perjudicar las posibilidades de un mejor tratamiento del paciente. El Parkinson presenta otros síntomas no relacionados con el sistema motor a los que hay que estar atento para detectar la enfermedad: pérdida de olfato, el trastorno de conducta del sueño, el estreñimiento o depresión.
Aunque no hay tratamiento curativo, sí que hay terapias que mejoran la vida de los pacientes con Parkinson y retrasan la aparición de los síntomas más graves, sobre todo a través de fármacos que sustituyen a la dopamina.
No existe una fórmula mágica para prevenir el Parkinson, que la mayoría de las veces está marcado por una disposición genética, pero si adoptas los siguientes hábitos puedes reducir el riesgo y además también pueden ayudar a mitigar los síntomas de la enfermedad.
Alimentación saludable
Una dieta óptima para reducir el riesgo de Parkinson tiene que incluir verduras y fruta y alimentos ricos en proteínas, vitaminas, antioxidantes, minerales. Y reducir todo lo posible los carbohidratos y los alimentos que causan distensión abdominal.
Hay alimentos que pueden aliviar algunos síntomas de la enfermedad, como aquellos ricos en fibra que ayudan con el estreñimiento de los pacientes.
Ejercicio
Realizar ejercicio físico provoca la activación y renovación de determinadas áreas del cerebro, aumentando su neuroplasticidad y reduciendo el riesgo de Parkinson.
Además, el ejercicio en pacientes que sufren Parkinson también contribuye a la movilidad, mejora el equilibrio y aporta bienestar. Así mismo, reduce el riesgo de depresión y ansiedad, muy frecuentes en esta enfermedad.
Dormir bien
El sueño restaura y fortalece los diferentes circuitos neuronales contribuyendo a reducir el riesgo de Parkinson, cuyo síntoma más temprano suele ser la alteración del sueño.
Trabajar para resolver problemas de sueño pronto puede ayudar a proteger la salud del cerebro en un futuro.
Controlar el estrés
El estrés aumenta la posibilidad de sufrir Parkinson porque interfiere con la actividad cerebral y puede llegar a afectar directamente a la dopamina. En The Best Brain Possible presentan distintas formas de lidiar con el estrés como hacer ejercicio, meditar o conectar con otros.
Estimulación cognitiva
Mantener la mente activa para estimular la capacidad cognitiva puede ayudar también a prevenir el Parkinson. Puedes realizar diariamente ejercicios de cálculo, pasatiempos, lectura o escritura.
La lectura estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales, aumentando la reserva cognitiva del cerebro, un factor que protege de las enfermedades neurodegenerativas.
Controlar la salud general
No prestar la atención suficiente a determinados problemas médicos puede desembocar en la enfermedad de Parkinson más adelante. La obesidad, por ejemplo, sobre todo por su relación con la diabetes y la grasa visceral, aumenta el riesgo de padecer la enfermedad.
Golpes, heridas o traumas en la cabeza pueden también conducir al Parkinson años más tarde, especialmente si han resultado en pérdida del conocimiento y amnesia.
Los efectos secundarios de determinadas medicaciones también pueden aumentar el riesgo. Sobre todo, no debes tomar ningún fármaco que altere la dopamina sin consultar antes con un médico.
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