Una oportunidad para expresar públicamente qué se hace en favor de la salud mental
En el marco del Día Nacional y Mundial de la Salud Mental, el Dr. Gustavo Guardo, médico psiquiatra y presidente de la asociación civil Proyecto Suma, repasa cuáles son los más recientes hallazgos que deben alertar tanto a los gobiernos como a la sociedad en general.
Cada 10 de octubre, Día Nacional y Mundial de la Salud Mental, es una ocasión tendiente a crear conciencia sobre los problemas de salud mental y movilizar esfuerzos en su apoyo.
La jornada representa una oportunidad para que los gobiernos, los líderes políticos, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación y otros actores sociales expresen públicamente las medidas que están tomando y las que pretenden tomar en apoyo de este objetivo.
Resulta importante mencionar que ya en 2019 la OMS puso atención en los siguientes hallazgos que alertaron a los organismos sanitarios de todo el mundo:
- Casi 1.000 millones de personas –entre ellas un 14% de los adolescentes de todo el mundo– están afectadas por un trastorno mental.
- Los trastornos mentales son la principal causa de discapacidad y son responsables de uno de cada seis años vividos con discapacidad.
- Las personas con trastornos mentales graves mueren de 10 a 20 años antes que la población general, la mayoría de las veces por enfermedades físicas prevenibles.
- Los trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias representan más de un tercio del total de años vividos con discapacidad. Los trastornos depresivos son la principal causa de discapacidad.
- El suicidio no respeta edades y es la segunda causa de defunción entre los jóvenes de 15 a 29 años. Los suicidios representan más de una de cada 100 muertes y el 58% de ellos ocurren antes de los 50 años. Se trata de una tragedia que afecta a familias y comunidades y que tiene consecuencias duraderas en las personas cercanas a la víctima.
- Pero además la pandemia de la Covid-19 ha agravado la situación, al aumentar los nuevos casos de afecciones de salud mental, empeorar las preexistentes y poner en evidencia la inequidad en la asistencia.
- Algunos grupos, como los trabajadores de la salud y otros de primera línea, los niños, los jóvenes, las personas que viven solas y las que tienen afecciones mentales preexistentes se han visto especialmente afectados.
- Aún no se puede dimensionar el impacto de la pandemia sobre la salud mental de la población porque sus efectos recién empiezan a emerger. Pero se estima que la depresión y la ansiedad aumentaron más de un 25% en el primer año de la pandemia solamente.
Ha habido medidas desde los distintos gobiernos (nacional, provinciales y municipales) para ampliar y mejorar la oferta de asistencia y promoción en salud mental en los últimos años, Sin embargo, durante decenios ha sido uno de los ámbitos de la salud pública más olvidados, al recibir una parte ínfima de la atención y los recursos que necesita en la mayor parte de los países.
Uno de los obstáculos para que la problemática de la salud mental esté más presente en la agenda pública se vincula a la estigmatización que pesa sobre las personas con sufrimiento psíquico. Además de convertirse en un obstáculo para su inclusión social, produce una brecha muy grande entre las personas que padecen y las que acceden a consulta. Solo un pequeño porcentaje de las personas que la necesitan tienen acceso a atención de salud mental eficaz, asequible y de calidad. Por ejemplo, el 71% de las personas con psicosis en todo el mundo no reciben servicios de salud mental. Si bien en los países de ingresos altos el 70% de las personas con psicosis reciben tratamiento, en los países de ingresos bajos solo el 12% de esas personas reciben atención.
En lo que respecta a la depresión, las lagunas en la cobertura de los servicios son amplias en todos los países: incluso en los de ingresos altos, solo un tercio de las personas con depresión recibe cuidados de salud mental formales y se estima que un tratamiento mínimamente adecuado contra este trastorno oscila desde el 23% en los países de ingresos altos hasta el 3% en los países de ingresos bajos y medianos bajos.
Los gobiernos, las instituciones académicas, los profesionales de la salud, las organizaciones de usuarios y de la sociedad civil como Proyecto Suma y otros interesados que tengan por objeto ayudar al mundo a transformar la salud mental deben comprometerse a llevar adelante campañas contra el estigma en salud mental.
Los progresos parciales logrados en el último decenio demuestran que el cambio es posible. Con todo, el cambio no es lo bastante rápido, y la salud mental sigue teniendo un historial de necesidad y desatención.
Aumento del presupuesto, fomento o fortalecimiento de los servicios comunitarios, mayor integración en la atención general de salud y campañas contra el estigma son absolutamente necesarios para mejorar la salud mental de la población.
Por Dr. Gustavo Guardo, médico psiquiatra y presidente de la asociación civil Proyecto Suma
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