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En los últimos años, los videojuegos han dejado de ser vistos únicamente como una forma de entretenimiento para convertirse en un fenómeno cultural y social de gran relevancia.
Tendencias - EmpresasEn los últimos años, los videojuegos han dejado de ser vistos únicamente como una forma de entretenimiento para convertirse en un fenómeno cultural y social de gran relevancia. En Argentina, donde el acceso a consolas como la Xbox One y la PlayStation 5 se ha masificado, cada vez más personas encuentran en los videojuegos un espacio de encuentro, aprendizaje y, como demuestran recientes investigaciones, una herramienta valiosa para el cuidado de la salud mental.
De la estigmatización al reconocimiento científico
Durante mucho tiempo, los videojuegos estuvieron rodeados de prejuicios y estereotipos negativos. Se los asociaba con la violencia, la adicción y el aislamiento social, lo que generó una visión bastante crítica y poco objetiva sobre su impacto en quienes los practican. Sin embargo, estos prejuicios no resisten el análisis riguroso de la evidencia científica más actual.
En los últimos años, numerosos estudios han comenzado a mostrar que los videojuegos pueden tener efectos positivos en la salud mental, contribuyendo a mejorar el bienestar psicológico y emocional de quienes los disfrutan. Un ejemplo contundente es el estudio publicado en la prestigiosa revista Nature Human Behaviour, liderado por el Dr. Hiroyuki Egami de la Universidad de Nihon en Tokio.
Este trabajo, que contó con la participación de más de 97.000 personas, logró establecer una relación causal entre el uso de videojuegos y la mejora en la salud mental, algo que investigaciones anteriores sólo podían sugerir a través de asociaciones estadísticas. Este avance científico es fundamental para cambiar la percepción social sobre los videojuegos, especialmente en países como Argentina, donde la cultura del juego digital ha crecido exponencialmente en los últimos años.
¿Cómo influyen los videojuegos en la salud mental?
Los beneficios que los videojuegos aportan a la salud mental se manifiestan en diferentes dimensiones. En primer lugar, jugar videojuegos ayuda a reducir la angustia y el estrés, dos factores que afectan a gran parte de la población, sobre todo en contextos de alta presión o incertidumbre, como lo fue la pandemia de COVID-19.
Durante esos meses de aislamiento, muchas personas encontraron en las consolas un refugio para desconectarse de las preocupaciones y mantener una rutina que les permitía sentirse más tranquilos y contenidos. Además, quienes poseen y utilizan consolas modernas como la PlayStation 5 o la Xbox One reportan una mayor satisfacción con su vida cotidiana.
Este aumento en la percepción del bienestar general se debe a que los videojuegos ofrecen desafíos, recompensas y metas alcanzables que generan un sentido de logro y motivación. En un mundo donde las demandas diarias suelen ser abrumadoras, tener un espacio donde se puede progresar y obtener reconocimiento, aunque sea virtual, resulta muy beneficioso para la autoestima.
Por otro lado, varios estudios han demostrado que el juego regular puede ayudar a mitigar síntomas de ansiedad y depresión, dos de los trastornos mentales más frecuentes en la sociedad actual. Los videojuegos, especialmente aquellos que fomentan la creatividad, la exploración y la resolución de problemas, contribuyen a mantener la mente activa y a distraer de pensamientos negativos o rumiantes.
Esto no significa que sean un reemplazo de tratamientos profesionales, pero sí pueden ser un complemento valioso dentro de un enfoque integral de cuidado de la salud mental. Un aspecto fundamental es que los videojuegos también fomentan la socialización. Lejos de aislar, los juegos en línea y cooperativos facilitan el contacto social, la construcción de amistades y el trabajo en equipo.
En Argentina, donde la cultura del juego online está muy arraigada, muchos jóvenes y adultos utilizan plataformas como Xbox Live o PlayStation Network para conectarse con amigos o conocer nuevas personas, lo que contribuye a fortalecer los vínculos sociales y a reducir la sensación de soledad.
Diferencias según la consola y el tipo de juego
Un hallazgo interesante que surge de las investigaciones recientes es que no todas las consolas ni todos los juegos tienen el mismo impacto en la salud mental. Por ejemplo, la PlayStation 5 ha mostrado mayores beneficios entre jóvenes profesionales y adultos sin hijos, posiblemente porque su catálogo incluye una amplia variedad de títulos que combinan acción, narrativa profunda y experiencias inmersivas.
Estos juegos permiten a los usuarios desconectarse del estrés laboral y sumergirse en mundos que estimulan la imaginación y la reflexión. En cambio, la Nintendo Switch, aunque no es el foco principal de este artículo, ha demostrado ser más beneficiosa para adolescentes y mujeres, probablemente por su enfoque en juegos sociales, accesibles y portátiles.
Esto facilita que los usuarios puedan jugar en diferentes contextos y compartir la experiencia con familiares o amigos, lo que potencia el efecto positivo en la salud mental. En el caso de la Xbox One, aunque los estudios no la destacan como la consola con mayor impacto en el bienestar mental, sí se reconoce su papel en la creación de comunidades de apoyo y su contribución a la inclusión social.
Iniciativas como Xbox Ambassadors, donde jugadores comparten sus experiencias sobre cómo los videojuegos les ayudaron a superar el estrés y el agotamiento, son un claro ejemplo de cómo esta plataforma promueve un ambiente positivo y solidario.
Videojuegos y dopamina: placer sin culpa
Existe la creencia extendida de que los videojuegos solo generan una euforia pasajera, similar a una descarga de dopamina que podría ser perjudicial o adictiva. Sin embargo, los estudios científicos muestran que los beneficios psicológicos que aportan son duraderos y no se limitan a un efecto inmediato tras jugar.
De hecho, jugar videojuegos puede producir un aumento de dopamina comparable al que se experimenta durante relaciones sociales satisfactorias o actividades placenteras, lo que refuerza la idea de que el placer que proporcionan es sano y natural.
Este equilibrio neuroquímico es fundamental para entender por qué los videojuegos pueden ayudar a mejorar el ánimo y reducir la ansiedad sin generar dependencia patológica, siempre y cuando se utilicen con moderación y en un contexto saludable. La clave está en que el juego sea una actividad que aporte satisfacción y no una vía de escape exclusiva ante problemas personales.
Consideraciones sobre el tiempo de juego
Si bien los efectos positivos de los videojuegos son claros, los especialistas señalan que estos beneficios se observan principalmente durante las primeras horas de juego. A partir de cierto punto, el efecto comienza a desvanecerse y el juego puede dejar de ser tan gratificante. No obstante, en ningún caso se han detectado efectos nocivos asociados al uso responsable y equilibrado de videojuegos.
El secreto está en el equilibrio y en la capacidad de integrar el juego como parte de una vida activa y social. Es importante que los usuarios no descuiden otras áreas de su vida, como el ejercicio físico, el trabajo, las relaciones personales y el descanso. Cuando el juego se convierte en una actividad complementaria y placentera, sus efectos positivos se potencian y contribuyen a un bienestar integral.
Recomendaciones para un uso saludable de los videojuegos
Para aprovechar al máximo los efectos positivos de los videojuegos en la salud mental, es importante elegir juegos acordes a la edad y los intereses personales, priorizando aquellos que fomenten la cooperación y la interacción social.
Establecer horarios de juego razonables y evitar el uso excesivo también es fundamental para mantener un equilibrio saludable.
Compartir la experiencia con amigos o familiares transforma el juego en una actividad social que potencia sus beneficios. Por último, es clave prestar atención a las señales de malestar o aislamiento y buscar ayuda profesional si es necesario.
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