¿En qué consiste el Síndrome “Alicia en el país de las maravillas” y qué dice la ciencia al respecto?
De repente, las cosas parecen más grandes, pequeñas o distantes. El neurólogo Alejandro Andersson explica qué sucede cuando el cerebro engaña de esta manera.
Como cualquier otro día, Juan Luis se levantó un jueves, se miró al espejo y, de repente, todo cambió. Su mano parecía un globo, su cara se deformaba como si fuera un cuadro cubista y el baño se estiraba hacia un túnel infinito. No, no era una pesadilla ni un sueño extraño. Era el Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas (SAPM), una condición tan desconcertante como fascinante, donde la realidad y la imaginación se mezclan de una forma surrealista.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, el neurólogo Alejandro Andersson, Director del Instituto de Neurología Buenos Aires, explica: “Las causas más comunes del Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas (SAPM) incluyen infecciones virales, como el virus Epstein-Barr, migrañas (especialmente en niños y adolescentes), epilepsia en el lóbulo temporal, y algunas condiciones psiquiátricas. También puede asociarse a ciertos medicamentos o al uso de sustancias alucinógenas”.
Un viaje al corazón del cerebro
Aunque el SAPM parece sacado de una historia fantástica, es un trastorno neurológico real. Las causas son tan variadas como los síntomas que producen. Desde migrañas hasta infecciones virales como el Epstein-Barr, o incluso efectos secundarios de medicamentos, pueden desencadenarse por diferentes factores. Andersson detalla que “este síndrome afecta la forma en que el cerebro procesa la información visual y espacial, probablemente en áreas como el lóbulo parietal y el lóbulo temporal, que son esenciales para la percepción de tamaño, tiempo y espacio. Estas áreas pueden sufrir una especie de ‘desincronización’ o hiperexcitabilidad que da lugar a distorsiones perceptivas”.
Para los afectados, la experiencia es como vivir dentro de una obra de Dalí, donde la realidad se retuerce y se disuelve a cada instante. Los episodios de distorsión perceptiva suelen ser breves, pero en algunos casos pueden persistir o repetirse. En ese sentido, el especialista señala que “en muchos casos, el SAPM se resuelve espontáneamente, especialmente en niños y adolescentes. Sin embargo, en algunos adultos pueden persistir y asociarse a otras condiciones neurológicas, como migrañas o epilepsia”.
Diagnósticos en la sombra
El SAPM presenta una peculiaridad: no deja huellas físicas. No altera un electroencefalograma ni aparece en una resonancia magnética. Esto hace que su diagnóstico sea complicado. Andersson precisó que “el Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas no se considera en sí mismo un tipo de epilepsia, pero puede estar asociado con trastornos neurológicos, incluida la epilepsia del lóbulo temporal. Es un síndrome neurológico caracterizado por distorsiones perceptivas de tamaño, forma, distancia y tiempo, pero no involucra las descargas eléctricas cerebrales características de las crisis epilépticas”.
A veces, el síndrome desaparece tan rápido como aparece, y los pacientes quedan con la sensación de que su experiencia fue algo entre lo real y lo imaginado. “El SAPM y la epilepsia comparten algunos síntomas, especialmente en el caso de la epilepsia del lóbulo temporal, en la cual los pacientes pueden experimentar alteraciones sensoriales y perceptivas similares a las del SAPM. Sin embargo, el SAPM también puede ocurrir sin relación con crisis epilépticas, y puede estar desencadenado por otras causas, como migrañas, infecciones virales o incluso episodios de ansiedad intensa”, agrega.
El lado surrealista de la ciencia y sus tratamientos
Aunque no existe un tratamiento específico, Andersson explica que “se pueden implementar estrategias según la causa subyacente. Si el SAPM está vinculado a migrañas, los tratamientos preventivos para la migraña pueden ayudar a reducir la frecuencia de los episodios”. Y en algunos casos, otras intervenciones pueden ser útiles: “En casos recurrentes, la terapia cognitivo-conductual puede servir para que los pacientes aprendan a manejar sus síntomas y reducir la ansiedad que estos episodios pueden generar. En situaciones graves o con síntomas persistentes, los médicos pueden considerar fármacos como anticonvulsivantes si hay una base epiléptica”, comenta.
Para muchos, el síndrome es una anécdota rara que se cuenta entre risas nerviosas en reuniones familiares, como una historia que parece más de ficción que de realidad. Sin embargo, en algunos pacientes los episodios pueden persistir. “La duración de los episodios y la probabilidad de que desaparezcan dependen de la causa subyacente. En pacientes con episodios crónicos, el SAPM puede acompañarlos a lo largo del tiempo, aunque los episodios tienden a volverse menos frecuentes con la edad en algunos casos”, concluye Andersson.
Con todo, si alguna vez se encuentra en una calle y siente que las cosas a su alrededor empiezan a moverse de una forma extraña, tal vez no sea solo su imaginación. Quizás, por un momento, se haya adentrado en un mundo donde la ciencia y la fantasía se encuentran, y la realidad se convierte en algo tan maleable como un sueño.
Por María Ximena Perez - Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
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