Las memorias del futuro: la ex ESMA como patrimonio de la humanidad
En septiembre, el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco evaluará la candidatura del Museo Sitio ESMA para ser incorporada a la nómina de Patrimonio Mundial. A 47 años del Golpe Militar del 24 de marzo la memoria puede ser transformada en una conciencia histórica que articule mejor pasado, presente y futuro.
De los cuarenta años ininterrumpidos de gobiernos democráticos a cumplirse en 2023, el predio de la ESMA pasó veinte en manos de la Marina. Como si ese lugar no hubiese sido el epicentro de crímenes atroces, allí siguió funcionando hasta 2004 la escuela de oficiales de la Armada. Sin embargo, desde mucho antes las memorias habían hecho una laboriosa reconstrucción de lo sucedido en ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio ubicado sobre la Avenida del Libertador, en la ciudad de Buenos Aires.
A pesar del terror y del secreto que se cernía sobre las desapariciones, lo ocurrido en la ESMA se supo incluso desde los tiempos de la dictadura. En su "Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar", redactada en 1977 poco antes de su desaparición, Rodolfo Walsh hablaba de personas torturadas "hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada". Gracias a valiosos testimonios de sobrevivientes, se conocieron detalles sobre el cautiverio en la ESMA en distintos foros internacionales. Ya en democracia, el Informe Nunca Más de la Conadep le dio una especial relevancia a ese centro clandestino dedicándole dos capítulos completos y en el juicio a las juntas de 1985 la ESMA tuvo un lugar preponderante por el volumen de casos (cerca de 5.000 desaparecidos) y la complejidad de las experiencias relatadas.
Cuando las leyes de impunidad y los indultos parecían haber tendido un manto de silencio sobre la sociedad, las declaraciones de un represor de la ESMA, Adolfo Scilingo, contando su propia participación en los vuelos de la muerte, reavivó el debate acerca del pasado dictatorial y el repudio público a la impunidad de los represores. En ese momento, en 1995, hubo protestas y concentraciones frente al predio de la ESMA, que ya se concebía como un lugar emblemático de la memoria del terrorismo de Estado. Sin embargo, en 1998 el entonces presidente Menem, como parte de su política de "reconciliación nacional", firmó un decreto para demoler la ESMA.
Los organismos de derechos humanos promovieron acciones judiciales exigiendo su preservación en tanto prueba judicial de los crímenes allí cometidos. Tiempo después, lograron que se promulgara una ley que prohibía su demolición y le otorgaba al predio un nuevo destino: la instalación de un futuro "Museo de la Memoria". No obstante, la "recuperación" del lugar tardó varios años en concretarse, ya que entre 2004 y 2007 se terminaron de desalojar todas las instituciones navales. El esperado museo demoró todavía más, y se inauguró en mayo de 2015 en el edificio conocido como "Casino de Oficiales".
Allí, miles de personas habían sido torturadas, recluidas en condiciones inhumanas e inyectadas con sedantes para ser arrojadas al mar mediante los vuelos de la muerte. Desde 2015, decenas de visitantes cada día recorren esos siniestros salones, la tristemente célebre "Capucha" y el sótano, escuchando y leyendo cómo fueron los padecimientos de los secuestrados y en qué consistió el macabro plan ideado por los represores de la ESMA para realizar estafas millonarias, valerse de la mano de obra esclava de las personas detenidas y abusar de maneras inimaginables de sus víctimas.
Este sintético recorrido demuestra que las memorias, aun refiriéndose a un lugar preciso que sin dudas fue el sitio de consumación de una masacre, no siempre ni necesariamente desembocan en la construcción de un espacio de memoria. Para que ello ocurra se necesitan, a lo largo del tiempo, inquebrantables batallas, actores que las sostengan y acciones gubernamentales que las materialicen. De la misma manera, la suerte de esos sitios puede quedar sujeta a nuevos actos de destrucción si solo dependen del apoyo que un gobierno pueda darles transitoriamente o de las acciones que despliegan los sectores sociales comprometidos con defender lo logrado.
En ese marco, la postulación del Museo de la ex ESMA para ser incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, que se inició en 2022 y se definirá el próximo mes de septiembre, permite imaginar a futuro una estabilidad perdurable para ese sitio. La ex ESMA ya es, desde hace décadas, un emblema de los horrores ocurridos en la dictadura y de muchas de las construcciones democráticas de nuestro país en torno a los derechos humanos. Al integrar el Patrimonio Mundial, la terrible experiencia del terrorismo de Estado en Argentina quedará inscripta en la memoria de la humanidad. En un contexto marcado por el ascenso de las extremas derechas y de los discursos de odio, este reconocimiento internacional procura concientizar a las generaciones venideras para que los horrores vividos en la ESMA no se repliquen nunca más en Argentina ni en ningún otro país del mundo.
Por Claudia Feld, investigadora independiente de Conicet e integrante del Núcleo de Estudios sobre Memoria (CIS-Conicet / IDES-Untref).
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