Pirotecnia: minutos de diversión para algunos, malestar para otros

Como todos los años y a modo de tradición mundial, a las doce de la noche de Navidad y Año Nuevo se hace un despliegue de fuegos artificiales. Puede decirse que, para algunas personas, esto es lo más llamativo de las fiestas. En todos los canales de televisión muestran como se festejan estos momentos en distintas partes del mundo, y la pirotecnia no falta.

Si bien este aspecto se disfruta en cierta medida, para otra parte de la población son dos noches de tormento y profundo malestar. Hace ya varios años, agrupaciones se han unido para pedir que se prohíba el uso y la venta de pirotecnia. De hecho, este año nuevamente la ciudad de Cipolletti adhiere a la iniciativa de “Fiestas sin pirotecnia, Festejemos con responsabilidad”.

La Ordenanza de Fondo N.º 304/2017 continúa vigente y solo se autoriza los artificios pirotécnicos luminosos autorizados durante el período comprendido del 20 de diciembre de cada año al 6 de enero del año inmediatamente posterior.

Existen varios factores por los que la pirotecnia no es recomendable, uno de ellos es la contaminación ambiental. Los fuegos artificiales liberan muchos gases contaminantes, entre ellos el monóxido de carbono, el cual daña la atmósfera y demora entre 2 y 3 días en disiparse. 

También está el hecho de que el uso de cualquier tipo de pirotecnia aumenta las probabilidades de riesgo de incendio, aún más cuando se utilizan sin precaución y espacios cerrados. Ha sucedido que sin querer se apuntan hacia casas con bengalas o pirotecnia más peligrosas, lo que causó accidentes no solo del tipo incendio, sino a quienes se encontraban en ese lugar.

Es común que, en estas fechas, en las guardias de los hospitales, haya personas que han sufrido quemaduras o lesiones oculares como consecuencia del uso de la pirotecnia. No hay que olvidar que muchos de estos elementos son manipulados, sin supervisión, por niños que terminan con graves perforaciones en sus extremidades o rostro.

En caso de sufrir quemaduras, es recomendable:

• Lavar la zona con agua fría y cubrirla con gasas estériles o con telas limpias y húmedas. El dolor de las quemaduras pequeñas cede fácilmente al contacto con el agua fría. En el caso de grandes quemaduras, se debe buscar una manta, mojarla completamente con agua fría y cubrir a la víctima.

• Es importante retirar anillos, pulseras u otros elementos que causen presión sobre la zona quemada. Si la quemadura es en los dedos, separarlos con gasas húmedas antes de vendarlos. Tras los procedimientos básicos, trasladar inmediatamente al quemado al hospital o centro asistencial más cercano.

• No hacer presión en la zona ni aplicar lociones, cremas, ungüentos, hielo, pasta de dientes, alimentos congelados, grasa. Tampoco remover la piel resquebrajada o reventar las ampollas.

Por otro lado, el uso de fuegos artificiales causa contaminación acústica, un efecto que no es muy tan visible, por lo que muchas personas no lo toman en cuenta. Esto afecta a bebés, personas con TEA, adultos mayores y mascotas.

Teniendo en cuenta que, según la OMS, el límite recomendable de sonido apto para la salud auditiva de los humanos es de 65 decibelios, en el momento en que un petardo estalla, el sonido puede alcanzar hasta los 190 decibelios, incluso más. El sonido es tres veces más fuerte, no es sorpresa lo que ese ruido le hace a los oídos de todas las personas y animales con mayor sensibilidad.

Muchas personas —sobre todo niños— con trastornos del espectro autista tienen hiperacusia, es decir, mayor sensibilidad a la entrada auditiva. En esas fechas entonces sufren especialmente, ya que les genera angustia, estrés y ansiedad, las tensiona y provoca en ellas conductas repetitivas. 

En algunos casos pueden llegar a autolesionarse o presentar convulsiones, y es por esta razón que muchos padres deciden mudarse a zonas alejadas o pasar estas noches lo más alejado de la ciudad que puedan. 

Los adultos mayores tienen padecimientos similares, los sobresalta y causa tensión, aún más aquellos que tienen la salud delicada. Quienes tienen Alzheimer, además, sufren desorientación, nerviosismo e insomnio.

En cuanto a las mascotas, es sabido que su capacidad auditiva sobrepasa a la humana. Por lo que, si para los ciudadanos es muy fuerte el estruendo, para las mascotas aún más, considerando que no entienden lo que sucede. 

Los estruendos provocados afectan sus sentidos, perturban y atemorizan e, incluso, les pueden causar la pérdida de la audición y ponerlas agresivas con las personas que las rodean. Muchas mascotas han sido noticia tristemente por haber fallecido a causa de paros cardiacos, o al haber sido atropellados cuando salen corriendo por el miedo. Incluso algunos huyen del ruido y terminan perdiéndose. 

Para evitar esto se recomienda:

• Antes de que empiece el ruido, se los puede sacar a pasar para que corran y se desahoguen, así van a estar más tranquilos. 

• Cerrar todas las ventanas, persianas y puertas para que se filtre la menor cantidad de ruido.

• Preparar un lugar cómodo, en lo posible, aislado del ruido y movimiento de la gente, para que puedan refugiarse en el momento de ruido. Poner música o dejar la TV prendida para disimular un poco el estruendo de afuera. Se les puede dar sus juguetes para que se distraigan.

• Para darles algún sedante conviene consultar al veterinario. Un profesional dirá como adminístraselo correctamente de acuerdo al carácter, peso, y costumbres de cada animal.

Cabe recordar que, en caso de sí comprar pirotecnia luminosa, los productos deben estar autorizados por ANMAC y las personas menores de edad tienen ciertas restricciones para comprar y usarlos. 

En las épocas festivas todos los ciudadanos merecen pasar un momento en paz y armonía con sus seres queridos. Que la alegría de unos pocos no afecte la salud y tranquilidad de otros, la empatía es importante siempre. Hay que recordar que lo que se disfruta son los colores y las formas que los fuegos artificiales muestran en el cielo, pero no el ruido y el estruendo que causan.